Cuando culminaba el año 1972, la Asamblea General de la ONU resolvió designar el 5 de junio de cada año como Día Mundial del Medio Ambiente. Durante 2006, en Argentina, se ha debatido sobre medio ambiente quizá más que en varios años anteriores juntos. Si bien la situación de Gualeguaychú disparó un acelerado crecimiento en la conciencia social al respecto, muchos otros vecinos de dispersas regiones vienen luchando desde hace años, en general ignorados por los medios de comunicación y por el resto de la sociedad. Son luchas aisladas que, este día, intentarán elevar su grito al mismo tiempo.
Así como en el sur se realizó ayer un abrazo a los “bienes naturales” de varias localidades de Chubut, hoy será el turno de los vecinos de tres localidades de Catamarca que han unido sus peleas. Los departamentos de Andalgalá, Belén y Santa María crearon hace un mes la Alianza de los Pueblos de Catamarca. Como ya informó la Agencia en despachos anteriores, la primera acción conjunta será la de esta jornada, cuando realicen una Asamblea pública en la localidad de Belén.
En Andalgalá ya saben qué es la contaminación. Hace diez años que funciona allí el emprendimiento minero La alumbrera, pero ahora se agrega a la lucha la necesidad de evitar que se instale otro, tres veces mayor al anterior, y con el sugestivo nombre de Agua Rica.
Urbano Cardozo es vecino de Andalgalá. La escritura de la tierra que habita certifica que su familia está allí desde 1850. Tiene 70 años y se alegra de que sus dos hijas vivan en Córdoba: “no pueden, no deben –se corrige- vivir acá. No hay futuro. Acá hay muerte, no vida”, dice, y trasluce más tristeza que alegría.
Cuenta Urbano: “somos la tercera provincia en nivel de exportación minera, pero somos una de las más pobres del país. El problema no es la pobreza, porque siempre fuimos pobres, pero ahora, además, estamos enfermos. Ellos dice que sacan oro y cobre, pero los estudios que mandamos a hacer, con mucho esfuerzo, a Canadá, señalan que extraen 26 minerales y los procesan y venden en otros lados. Además dicen que no utilizan cianuro, pero para separar los minerales que se extraen no existe emprendimiento que no utilice cianuro, aunque digan por todos lados que sólo usan agua”.
Uno de los impactos más fuertes de los emprendimientos mineros, al menos a la vista, es el enorme cráter que generan en la tierra y que se realiza a pura dinamita: “eso que llaman pozo en la montaña, es un hueco de un diámetro de 3 kilómetros por una profundidad de 1 kilómetro, al menos en este momento. Pero ahora quieren hacer una mina tres veces más grande que esa. Imagináte que La alumbrera declara utilizar 100.000 litros diarios de agua y está secando las napas, ¿cómo no nos vamos a quedar sin agua? Yo invito, a modo de prueba, a que el que quiera saber cómo dejan el agua traiga a su perro a tomar de ella; ahí van a ver cuánto dura con vida luego de tomar ese agua. Algunos, más o menos el 20%, podemos comprar agua mineral, pero la mayoría tiene que seguir tomando ese agua que es casi agua de batería y se bañan con ella”.
También tiene reproches para el trato que se le da al tema en la ciudad: “en Buenos Aires, cuando hablan de las minas, hablan de los números que producen, nosotros hablamos de la vida y el agua. Yo estoy cansado de pelear por esto, llevo muchos años en esta lucha, pero le quiero decir a los funcionarios que todos los días aprueban nueva minas, que están entregando el país y son vende patria”, acusa con enojo, aunque sin modificar su tono tranquilo.
En todos los casos de proyectos de “industrias sucias”, así llamadas por el deterioro ambiental que producen, las empresas utilizan un denominador común para vencer la resistencia de los vecinos: les prometen que crearán muchas fuentes de trabajo. En localidades desprotegidas y abandonadas por los políticos, esas promesas crean ilusión. Estos emprendimientos de capitales suizos, australianos y canadienses no han sido la excepción. Es interesante conocer qué sucedió en Catamarca con La Alumbrera para derribar esa falacia: “decían que todas las fuentes de trabajo serían catamarqueñas. Qué serían cerca de 2000 puestos. Entre las tres localidades cercanas hay 150 personas que trabajan allí y dicen que tienen 6000 empleados, que son en su mayoría tucumanos o chilenos”.
Cardozo también denuncia las trampas que las empresas utilizan para conseguir los créditos necesarios para instalarse: “en Andalgalá somos 17.000, en Belén 20.000 y en Santa María otros 20.000 habitantes, que sufrimos esta realidad. Las empresas le dicen al Banco Mundial que existen 2000 campesinos en cada una de las localidades. Entonces el Banco les otorga créditos para que indemnicen a los más cercanos a la mina, pero existimos muchos otros que sufrimos las consecuencias. Aquí hay que ver a los zorros sin piel, las cabras deformadas o las gallinas enanas para entender por qué luchamos. Es más, hemos hecho de todo hasta acá, así que me animo a decirte que pronto va a haber novedades”, asegura.
Están diciéndoles no a La alumbrera, Agua rica y Filo colorado, los tres grandes emprendimientos que funcionan o están proyectados en esa región de Catamarca. La pelea de Esquel, aunque más reciente, les abrió el camino. La lucha de Gualeguaychú generó más oídos dispuestos a escuchar. En Andalgalá, Belén y Santa María, gritan cada vez más fuerte y el ambiente, además de contaminado, está caldeado.
miércoles, 5 de julio de 2006
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