El caso es conocido: Federico Anaya pidió una pizza en su casa de La paternal. Cuando le tocaron el timbre, además del chico del delivery, lo acechaban dos asaltantes que intentaron robarle. Lejos de conseguir dinero, lo asesinaron de un disparo.
Todos los ojos del barrio apuntaron hacia La lechería. El asentamiento es invisible para el barrio, salvo en ocasiones como éstas, cuando las acusaciones se generalizan, como si La lechería fuera una cueva de delincuentes y no un depósito de familias pobres.
Volvimos a La lechería, como aquella vez de las zapatillas y la vergüenza, para charlar con los integrantes de la Cooperativa de vivienda Los bajitos.
Escuchá las entrevistas con Francisco y Germán, militantes sociales de La escuelita y los testimonios de Roberto y Rulo, habitantes del lugar.
sábado, 3 de noviembre de 2007
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